miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una puerta en el cielo


     Roberto Baggio, la gran figura italiana y mundial, acomoda el balón en el punto de penal, camina hacia atrás y mientras, mira de reojo al árbitro. Se detiene, vuelve a posar su mirada en el juez, comienza a trotar, los corazones se paralizan, esperan el momento en que el pie del crak roce el esférico y, éste, se encuentre con la red.  La pelota comienza a tomar altura y se pierde en la nada. La vista de todos los presentes deja de seguir al balón y se clava en el enganche italiano, quien sólo puede desviar sus ojos hacia el césped con los brazos en forma de jarra.

       Brasil se consagraba campéon en el Mundial de Estados Unidos de 1994 y los hinchas italianos se veían en medio de sentimientos encontrados. La bronca para con el 10 por haber marrado el tiro, pero también por adentro, sabían que gracias a ese 10 se encontraban en esa instancia. Roberto Baggio había convertido goles en octavos, cuartos y semifinales y debido a su gran calidad, Italia había estado cerca de conseguir su cuarto título mundial.

    "Una puerta en el cielo" se denomina la autobiografía del crak tano y allí explica lo que le ocurrió en el momento en que desvió su tiro. "Cuando fui hacia el punto de penalti estaba todo lo lúcido que se puede estar en esos momentos. Sabía que Taffarel se tiraba siempre, por eso decidí tirarlo al medio, a media altura, justo para que no pudiera despejarlo con los pies. Era una elección inteligente. Sin embargo, el balón, no sé cómo, se elevó tres metros y se fue arriba. He fallado pocos penaltis, pero cuando los fallaba me los paraban, no se iban a las nubes”.

    "Baggio es lo imposible hecho posible, una nevada de una puerta abierta en el cielo", así se refirió el compositor italiano Lucio Dalla cuando le preguntaron sobre Il Divino Codino, le decían de esta manera por la cola de caballo que tenía en el pelo. De esa frase salió el nombre de su autiobiografía "Una puerta en el cielo".

    Criado en una familia y en un país católico, Roberto tomaba la religión como una rutina. Frecuentaba la iglesia pero su fé se extinguía de a poco. "Yo había perdido la fe en mí mismo, salía muy poco y me sentía muy triste. Empecé a leer sobre el budismo, entonces, un día, el 1 de enero de 1988, llamé a la puerta de Maurizio(un amigo) a las siete y media de la mañana y le dije: Tengo que empezar mi viaje ahora". Baggio comenzaba un viaje del cual todavía no llegó a su destino final.

    Cinco años después de iniciar su incursión en la nueva religión, decidió adherirse al Soka Gakkai. La Soka Gakkai, una asociación budista, es seguida por 12 millones de personas en todo el mundo y es muy reconocida en el Extremo Oriente. A pesar de que su misión al integrarse al budismo no era olvidarse de su vida futbolística y de la presión que le acarreaba esa fama, Baggio intentó alejarse de ese mundo. No obstante, no pudo lograr omitir en su cabeza el famoso penal. "Todavía sueño con ese penal", declaró tiempo después.

    Pero más allá de esa fastidiosa situación, Roberto Baggio es uno de los jugadores con mayor técnica de la historia y en Italia es uno de los más reconocidos. Llegó a jugar en los tres equipos más grandes del fútbol azurro (Inter, Milan y Juventus). También supo enamorar a Madonna quien, después de presenciar un partido donde jugaba él, dijo que era el más lindo de todos los jugadores.

    El 10 italiano fue tan grande que fue nombrado Caballero de la Orden de Mérito de la República Italiana. Una lesión lo dejó afuera del Mundial de Corea-Japón 2002, el cual hubiese sido su cuarta Copa del Mundo. Pero no necesitó otra cita mundialista para quedar en la historia del fútbol. En el último partido que disputó como profesional se fue ovacionado por todo el estadio y los aplausos permanecieron por cinco minutos, apenas cinco minutos de aclamaciones a cambio de más de una decada de pura magia y genialidades.

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