jueves, 20 de enero de 2011

Argentina ganó y dejó muchas cosas para mejorar


Funer Mori abrio el marcador a los dos minutos del partido
          Argentina derrotó por 2 a 1 al anfitrión Perú en la segunda fecha del Sudamericano 2011 y quedó a un paso de la clasificación para la siguiente ronda. El triunfo nacional tapó la gran cantidad de falencias que presenta el seleccionado juvenil dentro del campo de juego. Lo que algunos medios populares destacaron como garra y amor propio en el equipo que dirige técnicamente Walter Perazzo, fue una nueva demostración de que el Sub 20 está muy lejos de aquellos equipos juveniles que pregonaban el juego asociado, con paciencia y verticalidad cuando la situación lo requería.

         En el encuentro de ayer, Argentina no pudo superar a su par en la cancha. El marcador indica otra cosa, pero el fútbol no se gana por merecimientos. Perú no supo aprovechar las facilidades que le regaló el seleccionado nacional como el de otorgarle la posesión del balón, y el de cederle terreno con el retraso de sus jugadores.

         Las individualidades reinaron en el conjunto de Perazzo. No se compartió la pelota, algo que en el fútbol es esencial, por lo menos en los diez mandamientos del mejor equipo del mundo como es el Barcelona. Parecía que cada uno de los jugadores pretendía ser el protagonista del equipo, craso error en el deporte en el que el único que pudo jugar sólo fue Diego Maradona.

         Esto puede darse a entender como un problema por parte del cuerpo técnico. Claro que los entrenadores tienen su culpa. Si el equipo juega mal, la primera cabeza que rueda es la del DT. Pero con jugadores tan jóvenes, hay otras cosas que también influyen dentro del campo de juego.

        Un día después de la victoria de Argentina frente a Uruguay en el debut del torneo, los medios elevaron al cielo al juvenil Juan Manuel Iturbe. Lo promocionaron, lo endiosaron y lo intentaron vender como el próximo Messi. No se sabe si esto es por conveniencia o por el simple desconocimiento de lo que se dice, algo recurrente en muchos periodistas deportivos. Iturbe había ingresado con el partido 1 a 0 abajo y, luego de que Michael Hoyos empatara el encuentro, convirtió el gol del triunfo en el último minuto. Motivo suficiente para llenar los diarios contando la historia de vida del pibe, de donde venía y hacia dónde iba. En el partido contra Perú, Iturbe no tuvo incidencia en el juego y fue reemplazado.

        Lo que pudo verse en el equipo que presentó Perazzo ayer, fue una falta de jugadas asociadas, de tenencia de pelota y de elaboración de ataques. En todo el partido es difícil encontrar más de dos jugadas por parte del conjunto nacional que sume más de cinco toques. Esto es algo que habla por sí sólo. La inpaciencia fue preponderante y, muchas veces, los jugadores juveniles tendían a tirar el pelotazo cuando la jugada requería algunos toques más.

        El fútbol argentino se menoscabó en los últimos años y esto parece haber afectado a los conjuntos nacionales. Tanto la mayor como las juveniles hace, por lo menos, tres años que no demuestran un nivel futbolístico a la altura de las circunstancias. En la selección mayor dependerá del paladar de cada uno. Para algunos el conjunto nacional no demuestra un buen despliegue desde que Marcelo Bielsa dejó su cargo como entrenador. Para otros, la selección tuvo un buen papel en el Mundial de Alemania 2006. Pero hay una opinión general que no se puede desmentir. Para la mayoría de los futboleros, el fútbol argentino es cada vez más mediocre. Esto, que algunos no lo ven y otros tantos no quieren verlo, menosprecia al valor emocional que contiene el fútbol.

       El equipo que dirige Perazzo tendrá que mejorar mucho si quiere lograr cosas importantes. El amor propio de los jugadores no puede reprochársele pero sí el tema meramente futbolístico y técnico. Habrá que pensar más en lo que pasa adentro de la cancha que de lo que sucede afuera, algo muy difícil en este fútbol cada día mas mediático.

       Que estas dos victorias no hagan que no se vea el trabajo que falta por hacer. El resultado en este tema es irrelevante. A pesar de que en estos días predomina el ganar sea como sea. ¿Qué importa haber jugado mal, si igual se ganó?

       “Este equipo no se rinde”, declaró Walter Perazzo luego del partido contra Perú. Algo que no se ve como autocrítica. Algo que denota un hilo de conformidad. Se entiende, tal vez, como un método de alentar a sus muchachos para el próximo partido. Pero si se ganó, no se le va a reprochar nada al equipo. El resultado manda. Es el que saca y pone tanto jugadores como técnicos.

        En la victoria se ven menos cosas que en la derrota. Como explica Marcelo Bielsa: “El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo por que quiero ganar cuando compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo, y qué es secundario, me estaría equivocando”, excelente declaración de uno de los mejores técnicos en los últimos años. A veces es mejor escuchar voces que no dicen lo que queremos escuchar. Tal vez esas voces nos digan algo distinto y podamos cambiar. Mientras sigan siendo los mismos los que deciden el futuro del fútbol, y mantengan la vista en el bienestar propio, la victoria continuará encegueciéndonos.

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